Jakob Lorber

Carta a Laodicea

Epístola de San Pablo a la comunidad en Laodicea

Recibido al dictado de la voz interior

Índice

Capítulo 1. Pablo reprende a la comunidad debido a su recaída en la esclavitud de la ley y la exhorta al retorno.

Capítulo 2 - Pablo exhorta a no dejarse uncir voluntariamente con el antiguo yugo del espíritu de la contradicción.

Capítulo 3. Pablo pide que destruyan el nuevo templo, eliminen el día feriado, destituyan al falso obispo y sus siervos y que regresen a la adoración en el espíritu.

Información

Capítulo 1. Pablo reprende a la comunidad debido a su recaída en la esclavitud de la ley y la exhorta al retorno.

1. Pablo, un apóstol de Jesucristo por la Voluntad y la Gracia de Dios, y el hermano Timoteo

2. a la santa comunidad de Laodicea y a todos los hermanos creyentes en Jesucristo pertenecientes a ella y a los sabios en el Espíritu de Dios: ¡Que la Gracia esté con vosotros y la verdadera Paz de Dios, nuestro Padre, en el Señor Jesucristo!

3. Pues estamos agradeciendo, alabando y glorificando todo el tiempo a Dios, al Padre de nuestro Señor Jesucristo, y pensando en vosotros con gran cuidado y orando constantemente a Dios por vosotros.

4. Porque hemos oído, a través del Espíritu del Señor, del hermano Epafras y de Ninfas, que habéis caído en algunos puntos

5. y os habéis elegido un obispo y un sacerdocio, y queréis hacer un ídolo de Cristo — y os habéis reservado una casa (como templo), un día festivo y vestiduras adornadas,

6. de igual manera como fue en la época en la que la circuncisión de la carne tenía aún valor ante Dios, (costumbre que existió en parte entre los gentiles y en parte entre los judíos); circuncisión que Él había ordenado en el tiempo del padre Abraham como señal de la circuncisión verdadera del Espíritu a través de Jesucristo que está en vuestro interior.

7. Y ahora, para que estéis enterados, os hago saber sobre la lucha que tengo que sufrir por vuestra causa, vosotros que habéis visto o no la carne de mi persona

8. y para que, con gran vigor, seáis exhortados en vuestros corazones y así queráis unificar y fortalecer vuestro amor en el cual se encuentra toda riqueza de tal entendimiento que reconoce el gran secreto de Dios, del Padre, guardado en Su Hijo Jesucristo,

9. porque en este secreto están escondidos todos los tesoros de la Sabiduría y del reconocimiento vivo en el Espíritu.

10. Pero por eso os exhorto para que nadie os seduzca con discursos razonables, palabras adornadas o filosofías de los gentiles.

11. Porque el razonamiento es también propio en los animales como la filosofía en los gentiles que hacen sacrificios a los ídolos muertos.

12. Pero vosotros habéis sido comprados, a través de la muerte del Uno, para la Vida eterna en Dios, en el Padre, ¡¿por qué entonces queréis consagrar vuestro corazón otra vez al espíritu de la muerte, si éste ya se ha convertido en un santuario del Espíritu Santo?!

13. Si bien no estoy físicamente con vosotros, no obstante en espíritu estoy siempre con vosotros mediante el Poder de Cristo en mí y veo vuestra fe y vuestras obras

14. y por eso os quiero seriamente exhortar y mostrar cómo algunos de vosotros, queridos hermanos, han caído en una gran insensatez, pues conozco sus motivos fingidos y sé lo que ellos quieren.

15. Pero que sea así: que mantengáis a Jesucristo, como Le habéis recibido y Le habéis aceptado de mí, y que también caminéis de acuerdo al Evangelio que os he predicado fielmente,

16. y que echéis fuertes raíces en el mismo y que seáis firmes en la fe, como os he enseñado a todos en el Espíritu de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo vivo de Dios, que gobierna en la diestra del Padre por la Eternidad.

17. ¡Pero así, como queréis ser ahora y que se hagan las cosas, sois adversarios de Cristo y de Su Palabra!

18. Entonces, ¿qué es lo que queréis? — ¿Queréis ser de nuevo esclavos, siervos duramente tratados por la ley y víctimas del pecado y de la muerte, después que todos hemos sido liberados a través de Jesucristo?

19. ¡Escuchadme! Os digo: ¡Mirad bien para que no seáis engañados y enajenados a través de vuestra sabiduría mundana y la doctrina falsa de aquellos entre vosotros que temen más a los romanos y a los judíos ciegos que al Señor de la Gloria que nos ha redimido; Señor que a través de Él han sido creados: nosotros, el Cielo, la Tierra y todas las cosas!

20. Y cuando estuve entre vosotros, vuestros sabios mundanos me preguntaron cuál es la diferencia entre Dios y Su Hijo Cristo. — Yo tomé la palabra y les dije:

21. «¡Escuchad hermanos! Dios es Uno, y Cristo es Uno; y dado que no hay más que un solo Dios, entonces no hay más que un solo Cristo. ¿Qué diferencia debe haber entre Dios y Cristo? — ¡Dios es el Amor, y Cristo es la Sabiduría en Dios, y la Luz, la Verdad, el Camino y la Vida eterna!

22. Toda la plenitud de la Divinidad habita corporalmente en Cristo, y en Él somos perfectos; porque Él es el Fundamento y la Cabeza de toda Gloria, de todo Poder y Fuerza, de toda autoridad del mundo, y es un Príncipe de todos los principados de la Tierra».

23. Si yo, Pablo, os he hablado de esto en espíritu y en toda verdad, ¡¿cómo os dejáis confundir ahora por doctrinas de hombres y estatutos mundanos?!

24. Vosotros habéis sido circuncidados, no con la mano ni el cuchillo, sino mediante el Espíritu Santo, en el momento que habéis abandonado vuestra vida pecaminosa, que había echado raíces fuertes en la carne de vuestro cuerpo; ¡y esto fue una circuncisión verdadera y viva en Cristo!

25. ¡Porque con Cristo fuisteis sepultados para el mundo en vuestra carne pecaminosa a través del bautismo con el Espíritu Santo y después habéis resucitado de nuevo por Cristo a través de la fe viva y del amor hacia Él!

26. ¿Qué queréis hacer entonces con la vieja circuncisión que ya dejó de ser? ¿Qué con la ceremonia que ya no tiene valor alguno porque Cristo ya vino y ha resucitado, y nosotros con Él? Entonces, ¿qué queréis con el Sabbat (celebración del sábado), si Cristo obró cada día y aun obra hoy, de tal manera que convirtió cada día en un día del Señor; por eso no celebró el Sabbat?

27. Pero os conozco y por eso os digo: Cristo, como es Él, quiere ser pobre en el mundo, ¡pero vosotros queréis oro! — ¡Este es el motivo por el que queréis una casa de oración, un día festivo y vestiduras adornadas!

28. Vosotros decís que Dios, mediante Cristo, Su Hijo, no abolió en ningún punto los preceptos de Moisés, sino más bien que los ha confirmado en la última cena; y por tanto debería existir también una ceremonia de sacrificio.

29. ¡Pero yo, Pablo, un apóstol del Señor, y elegido por Dios, y que muy bien estoy lleno del Espíritu Santo; ¿cómo es que el Espíritu de Dios nunca me ha indicado hacer tales cosas a pesar de que fui, antes de mi llamado, un sirviente y esclavo del templo mucho más bribón que lo que vosotros jamás fuisteis?!

30. Pero ahora quiero deciros: ¡Cuando el Espíritu de Dios me despertó durante mi viaje a Damasco para perseguir a la joven comunidad de Cristo, lo primero que observé, incluso durante mi ceguera, fue que el Señor quiere ser honrado y adorado en Espíritu y en Verdad, pero nunca en una ceremonia!

31. ¡Porque Dios no encegueció a nadie antes de llamarle para su servicio; pero yo primero tuve que quedar ciego, para perder todo lo que es del mundo, antes de llegar a ser apenas uno de sus siervos más insignificantes!

32. ¿Pero por qué primero tuve que enceguecer? ¡Porque todo mi ser estaba enterrado en la materia del servicio al Templo y para que con la ceguera mi ser pudiera ser retirado de aquella materia!

33. Y si el Señor me ha llamado sin ceremonia, incluso durante mi ceguera, ¿por qué, entonces, iba yo a hacer una ceremonia de la última cena?

34. ¿O acaso no es así como me enseña el Espíritu de Dios todo el tiempo? — El que tiene la luz de los ojos puede mirar las ceremonias del mundo y se entretiene en ellas;

35. ¡pero para el ciego, ha desaparecido todo el mundo con sus ceremonias y el viejo servicio del templo y todas las vestiduras adornadas!

36. De modo que es una Verdad eterna que el Señor no me ha llamado para el establecimiento de una nueva ceremonia, sino para la edificación de los corazones, alrededor de los cuales Satanás ha forjado sus duras cadenas durante miles de años;

37. y para predicar a todos la libertad del espíritu, la paz del alma y, con esto, destruir las duras ataduras de la muerte, en Cristo el Señor.

38. Pero ¿de qué sirve, a mí y a vosotros, mi doctrina, de qué sirve el Evangelio de Dios, si queréis dirigiros de nuevo y voluntariamente hacia la muerte antigua?

39. Por eso os pido, por el bien de vuestra Vida eterna: ¡Desistid de todo aquello que trajo la esclavitud babilónica a todos los judíos como una dura herencia!

40. Mirad: ¡Babilonia, la gran ramera del mundo, ha sido destruida por el Señor, porque ella había dado la muerte a muchos pueblos! — ¡Pero, ¿qué ganaréis si es que convertís Laodicea en una nueva Babilonia?! ¡Por eso abandonad todo lo que podría acarrear de nuevo el horror de la destrucción, — aquello que Daniel había profetizado cuando estuvo delante de la ciudad sagrada!

41. Pero Cristo os ha vivificado porque estabais muertos en vuestros pecados y en el prepucio de vuestra carne, y os ha perdonado todos los pecados que habíais estado cometiendo en el Templo, como en vuestro prepucio.

42. Él aniquiló la escritura ensangrentada clavándola en la cruz — una escritura que nos acusaba a todos, surgida a través de los estatutos mundanos y con la cual nuestros nombres estaban inscritos en el libro del mundo, en el libro del juicio y en el libro de la muerte.

43. Entonces, ¿por qué ahora queréis retirar de la cruz esa escritura ensangrentada, destruida por Dios mismo, clavada en la cruz del juicio, de la ignominia, de la maldición y de la muerte, con el fin de retirar vuestros nuevos nombres en Cristo y escribirlos otra vez en esa antigua escritura del libro del juicio que en el pasado escribió los nombres con sangre?

44. ¡Oh, necios ciegos de toda necedad! Habéis sido liberados en Cristo — ¿y ahora queréis ser nuevamente esclavos y siervos del pecado, del juicio y de la muerte? — ¡¿Acaso no habéis oído que maldito es quien es crucificado en la cruz?!

45. Pero Cristo ha tomado sobre Sí vuestra vergüenza, vuestra ignominia, vuestro pecado, vuestra condena y vuestra muerte y se dejó crucificar en la cruz para vuestra salvación como si fuera un maldito, con el fin de procuraros a todos vosotros la libertad plena ante Dios, y para que podáis caminar en honra, Él cargó toda vuestra vergüenza e ignominia y, junto a Él, la llevó a la cruz.

46. ¡Oh, ¿qué es lo que os ha confundido a vosotros que habéis sido vivificados en Cristo, para que ahora de nuevo queráis entregaros a la muerte?!

47. Ahora ¿con qué debo compararos, algo que os acierte como la flecha al blanco en un buen disparo? — ¡Sí, vosotros sois como una meretriz ardiente que vive en la ciudad y es, sin embargo, hija de una buena casa.

48. ¡Escuchadme bien y grabadlo detrás de las orejas! ¡¿De qué le sirve a la meretriz su buena ascendencia, si su carne es más lujuriosa que la grasa de un chivo expiatorio bien cebado?!

49. ¿No correrá ella dentro de su habitación de un lado a otro, impulsado por el ardor de su carne, para pronto asomar medio cuerpo a través de una u otra ventana y lanzar miradas lujuriosas hacia todos los lados para ver si encuentra a aquel que tenga lo que pueda satisfacer los deseos de su carne lujuriosa y ardiente?

50. Y si lo ve, le mostrará lo que desea mediante el ardor frívolo de sus ojos, y pecará apasionadamente y diez veces más con él, que una ramera con sus amantes en el lecho de la vergüenza.

51. Oh laodicenses, ved, ¡esto es vuestra imagen! — ¿Sabéis lo que hará el novio honrado aspirante a desposarse con tal mujer cuando pase por su casa y la descubra en su lujuria vergonzosa?

52. ¡Él la despachará inmediatamente de su corazón y de su boca, y no la volverá a mirar, aun si ella cayera en la mayor miseria!

53. Lo mismo os hará el Señor; porque Él ha edificado un Templo nuevo y vivo en vuestros corazones donde deberíais esperarle; pero vosotros despreciáis este Templo, este lugar sagrado y, por pura sensualidad mundana, corréis a la ventana del juicio y queréis coquetear con el mundo — por oro, reputación y ambición de poder, ya que anheláis todo esto.

54. Pero yo os digo: El Señor se retirará y os dejara a la merced de todo meretricio, de la antigua condenación y muerte — si es que no retornáis inmediatamente y no abandonáis por completo vuestro sacerdocio autoelegido, vuestro templo, vuestros días festivos y vuestras vestiduras adornadas; porque todo esto es un horror ante el Señor al igual que una meretriz que arde en su carne y que en su corazón es peor que diez rameras babilónicas. —

Capítulo 2 - Pablo exhorta a no dejarse uncir voluntariamente con el antiguo yugo del espíritu de la contradicción.

1. Por eso, ¡no permitáis a nadie que ponga vuestra conciencia en compromisos, ni por un obispo o sacerdote que no ha sido llamado por Dios, ni por la celebración de algún día festivo, ni a causa del antiguo Sabbat o la nueva luna,

2. ni a causa de algún templo, ni por la ceremonia de sacrificios o vestiduras adornadas, y tampoco por el alimento o la bebida!

3. Sed moderados en el comer y el beber, — esto es bueno para el espíritu, el alma y el cuerpo, y es agradable al Señor;

4. pero si alguien dice, enseña y exige: «¡Esta y aquella comida están prohibidas comerlas, porque son impuras según la ley de Moisés!», —

5. entonces aquí digo en contraposición: Moisés y los profetas han sido cumplidos y liberados en Cristo; pero a nosotros el Señor no nos ha prohibido ningún alimento, pues Él mismo comió y bebió con pecadores y publicanos;

6. y ha dicho: “Lo que comes no te hace impuro; pero lo que sale de tu corazón —como palabras malintencionadas, malos deseos, avaricia, envidia, asesinato, ira, glotonería y gula, fornicación, adulterio y cosas parecidas—, ¡esto es lo que siempre contamina al hombre!”.

7. Dado que este Evangelio lo recibimos de Él mismo —del único Señor de toda Gloria—, ¡qué grandes necios tendríamos que ser si es que nos dejáramos subyugar de nuevo y voluntariamente en el viejo y duro yugo!

8. ¿De qué más nos sirve ahora la sombra, que bien tuvo un previo significado profético de Moisés sobre aquello que ha sucedido delante de nuestros ojos, a nosotros que nos hemos convertido en un cuerpo con Cristo y en Cristo?

9. Por eso os pido e incluso os ruego: ¡No permitáis a nadie que os fije el objetivo! ¡No de aquél que procede de manera propia y arbitraria y que anda con apariencia de total humildad y completa religiosidad angelical y celestial, cosas que él nunca ha oído o visto jamás, pero que sí está inflado para llevar agua a su molino dentro de sus ambiciones carnales,

10. y que no hace caso a la cabeza, de la cual el cuerpo completo recibe toda la fuerza de acción a través de sus miembros, articulaciones y uniones, que se mantienen unidos mutuamente y hasta crecer así entonces a una medida divina,

11. sino que únicamente se atiene a su propio interés que está lleno de suciedad e inmundicia, de intenciones egoístas, lleno de engaño y mentira, lleno de adicción al dominio, lleno de avaricia y lleno de envidia!

12. ¡Y así es la intención de aquél que se os quiere imponer como si hubiera sido convocado por el Señor y por mí, y por tanto como si hubiera sido elegido por vosotros!

13. Pero aquí os digo a todos: ¡Éste tiene, dentro de sí, el espíritu del diablo y anda entre vosotros como un lobo disfrazado con piel de oveja y como un león hambriento y rugiente que afanosamente está buscando devoraros!

14. Por eso, ¡quitadlo inmediatamente de su puesto, y retornad a Ninfas, cuya casa es una verdadera comunidad de Cristo!

15. Porque, si todos vosotros ya habéis muerto para el mundo y sus preceptos junto a Cristo, entonces ¿por qué motivo queréis ser atrapados nuevamente con preceptos del mundo, como si aún vivierais dentro de el?

16. Pero la casa de mi amado hermano Ninfas ha permanecido fiel en su libertad, así como yo se la había dado por encargo de Jesucristo, el Señor de la Eternidad.

17. Ninfas ha reconocido al lobo, así como yo lo he reconocido a través del Espíritu de Dios, que está dentro de mí y que constantemente me impulsa, me lleva y me enseña en las diferentes cosas de la única Sabiduría justa ante Dios, como también de la misma manera, al hermano Ninfas.

18. Por eso también os exhorto, con la fuerza de todo afán justo en Cristo el Señor, para que sin demora vayáis donde Ninfas y os volváis nuevamente una comunidad en su casa

19. y no hagáis caso a aquellos que, con caras hipócritas y piadosas, os dicen: «¡No toquéis esto, no probéis aquello, no cojáis esto, y no hagáis esto o aquello!», — cosas que siempre desaparecen por sí mismas de las manos y en la que no hay nada más que un precepto humano vacío;

20. sino ¡oíd más bien lo que os digo desde el Espíritu de Cristo que está en mí, para que nuevamente os volváis libres y, junto con Jesucristo, os volváis coherederos verdaderos en el Reino de Dios vivo en vosotros!

21. Oh hermanos, pensad, ¿en qué os podrían servir aquellos que tienen la apariencia de sabiduría y de una religiosidad e humildad (ambas falsas e hipócritas) adoptadas por ellos mismos con malas intenciones,

22. y que dicen: «Si miras a una mujer, entonces ya has pecado; si comes alimentos impuros, prohibidos por Moisés, entonces estás impuro todo el día; y si tocas a un gentil y hablas con él más de tres palabras, entonces tendrás que confesárselo al sacerdote del templo para que te purifique ante Dios»,

23. pero que en verdad están llenos de inmundicia y llenos de avaricia y fornicación, y que comercian con todos los gentiles en forma secreta y hacen todo lo posible para que nada les pueda malograr la amistad oculta que tienen con ellos?

24. Pero os digo: ¡El cuerpo —así como el espíritu— precisa de lo suyo, dado que tiene sus necesidades incluso la de la evacuación! Por eso también debéis darle en la justa medida lo que Dios ha determinado para el cuerpo, y debéis consumir lo que ofrece el mercado, porque el cuerpo necesita su cuidado, así como el espíritu su libertad. Por eso, ¡sed libres y no esclavos de los ciegos necios del mundo!

25. ¡Pero, ¿de qué mérito puede hablar alguien de sí mismo que ha hecho ayunar al estómago, pero que su corazón está colmado de malos pensamientos, deseos y apasionamientos?!

26. ¿No sería mucho más sensato ayunar en el corazón que en el estómago? —¡¿Cómo podéis ser tan necios y permitir que os hagan creer que al Señor le es más agradable alguien que come un pescado conservado en aceite, o alguien que come otra carne de un animal de sangre caliente y su grasa en vez del aceite?!

27. Pero os digo: ¡Comed siempre con moderación y sentido común aquello que os sabe y hace bien a la salud de vuestros cuerpos, y tomad vino con agua, así como también lo hago cuando me es posible, y no tengáis remordimientos por esto, así entonces habréis actuado correctamente también en relación a esto!

28. Porque el Señor no tiene complacencia en el ayuno del estómago, pero sí, en el del corazón, por eso, ayunad día y noche en el corazón, entonces así ayunaréis en el espíritu y en la Verdad.

29. Pero si queréis ayunar según la doctrina hipócrita de aquél que, ante vosotros aparenta como si ahora estuviera ya más en el Cielo y que tan sólo le queda un pie sobre la Tierra, entonces vuestro ayuno sería igual al de los gentiles que comen en sus días festivos las golosinas más refinadas, para después estar tanto más libidinosos que en un día común y corriente en que tienen su alimento diario habitual.

30. Ya que ahora habéis resucitado con Cristo, ¿qué os importa lo que hay allá, abajo en el mundo? ¿Y para qué queréis cumplir con los preceptos del mundo que son obras de los hombres?

31. ¡Anhelad lo que está arriba, allí en donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, porque esto os será de mejor provecho que todas las locuras del mundo totalmente vanas!

32. Si sois despertados en el Espíritu y resucitados con Cristo, entonces sois de arriba, pero no de abajo. Por eso, ¡anhelad también lo que es de arriba, pero no lo que es de abajo sobre la Tierra!

33. Porque vosotros habéis muerto para el mundo, y vuestra vida está acogida con Cristo en Dios.

34. ¡Pero cuando se manifieste Cristo —que ahora es vuestra vida—, entonces también vosotros seréis manifiestos con Él en la Gloria!

35. Por lo tanto matad nuevamente vuestro mundo que está en muchos miembros sobre la Tierra, como los miembros de vuestro cuerpo, y con los cuales os habéis enviciado y que ahora de nuevo queréis enviciaros con la fornicación, la impureza, la concupiscencia vergonzosa, los malos apetitos, la codicia, envidia y avaricia; en todo lo que desde siempre ha consistido la idolatría de los gentiles.

36. ¡Y ante todo evitad la mentira, porque ella es la hija más cercana de Satanás! ¡Despojaos del hombre viejo y vestíos con el hombre nuevo en Cristo, que será renovado para que reconozca a Aquel que le creó conforme a su propia imagen.

Capítulo 3. Pablo pide que destruyan el nuevo templo, eliminen el día feriado, destituyan al falso obispo y sus siervos y que regresen a la adoración en el espíritu.

1. Y yo os dije: “¡Evitad la mentira porque es la hija más cercana de Satanás!”, porque ahora —como he averiguado a través de Ninfas y, de la misma manera, a través del Espíritu de Cristo dentro de mí—, habéis migrado en gran parte, a la doctrina de los preceptos humanos.

2. Porque, ¡¿qué otra cosa es el templo sino sólo un precepto humano, una obra muerta hecha por la mano del hombre, es decir, un sueño vano que siempre se esfuma apenas el ojo despierta del sueño?!

3. Siendo así, ¡entonces el templo es una mentira a la que acudís para engañar y estafar a vosotros mismos, porque creéis que en él entregáis la honra a Dios; además mentís a Dios mismo si pensáis que de esta manera le ofrecéis un servicio de sacrificio importantísimo!

4. ¡Necios! ¿Qué servicio queréis hacer al Todopoderoso que ya había creado el Cielo y la Tierra mucho antes que Él os haya creado? ¿Qué es lo que tenéis ahora que no lo hayáis recibido con anterioridad? Y si lo habéis recibido, ¿por qué hacéis como si no lo hubierais recibido?!

5. ¿Queréis acaso con esto realizar un servicio agradable al Señor, adorándole en un templo, construido por las manos de los hombres, a través de ceremonias e inciensos, y a través de oraciones muertas escritas sobre papiros largos o anchos?

6. Oh, mirad, ¡cuánto os ha engañado un apóstol de Satanás! Acaso no fue Cristo —en Quien vive la plenitud de la Divinidad— sentenciado a muerte en el Templo? ¿Acaso no profetizó Él Mismo con anticipación sobre su completa destrucción?

7. ¿Cómo pues Él pudiera tener ahora complacencia en lo que ha advertido mucho a sus discípulos y, en el espíritu, también a mí diciendo: “¡Cuidaos de la levadura de los fariseos y los sumos sacerdotes!”? — ¡¿Y ahora queréis reconstruir la antigua casa de juicio, que ante Dios es un horror, para que sea una morada del Señor y para que en ella queráis matarle múltiples veces?!

8. ¡¿Cuán ciegos y cuán mundanos os habéis vuelto para no tomar conciencia de esto ya a la primera vista?!

9. ¿Acaso no es suficiente que Cristo haya muerto una vez para todos y ahora todos nosotros junto a Él para que resucitemos estando todavía en nuestra carne, para obtener el verdadero reconocimiento de su Espíritu que está en nosotros y para el reconocimiento del Padre que nos amó ya antes de que existiera el mundo?

10. ¿Cuántas veces queréis matar aún a Cristo, a Él que es el único Vivo eternamente que nos ha despertado de la muerte hacia la Vida Eterna a través de su Resurrección gloriosa?

11. Pero yo, Pablo, os digo: ¡Id y destruid el templo, eliminad el día festivo del calendario, destituid al falso obispo y sus servidores que quieren enriquecerse a costa del trabajo de vuestras manos al igual como hacen los de Jerusalén y que ya han construido una caja metálica muy grande para guardar el oro y la plata que ahorrasteis,

12. y quemad las vestimentas adornadas que ahora son un horror ante Dios, así haréis al Señor un servicio mucho más agradable que dejaros matar espiritualmente en aquel templo durante mil años!

13. Pero si queréis una casa completamente agradable a Dios en medio de vosotros, entonces ¡construid un hospital para enfermos, los que sufren, lisiados, ciegos y sordos, y una casa para viudas y huérfanos, y una para los extranjeros accidentados, sin excepciones, sean quienes fueran!

14. A todos estos recibidlos con alegría y compasión, y compartid todas vuestras bendiciones con ellos, así como el Señor Jesucristo lo ha hecho dos veces con nosotros, cuando Él sació con la plenitud de su Bendición a miles de hambrientos; de esta manera ofreceréis a Él, al único Santo, un servicio verdadero y agradable para vuestra propia salvación.

15. Porque Él mismo lo ha recomendado cuando dijo; «¡Y lo que hacéis a los más insignificantes de estos pobres, a Mí Me lo habéis hecho!».

16. ¡Si en repetidas ocasiones Él manifestó claramente que esto es el servicio agradable para Él, ¿cómo es posible que queráis uno que, ante Él, es una atrocidad, de olor nauseabundo y pestilente?!

17. ¡Pero un corazón lleno de amor es el único Templo agradable y vivo para Dios, el Señor en Cristo, y éste le es mucho más querido que un mundo lleno de templos salomónicos que están muertos todos, mientras que el corazón está vivo y puede amar a Dios y a todos los hermanos! Por eso, ¡construid de nuevo este Templo en vuestro interior y en forma espiritual, y ofreced sacrificios en él vivamente al Señor todo el tiempo!

18. ¡No el templo, ni la ceremonia, tampoco el sacerdote, ni el obispo; tampoco el Pablo y sus discípulos; no el judío, ni el griego, tampoco la circuncisión de los judíos o el prepucio; no el templo de Salomón, así como tampoco el no-griego, el escita (skythe), el gentil, el libre, el esclavo; ni el Sabbat (celebración del sábado), ni la luna nueva, ni el año de jubileo vale algo ante Dios, sino únicamente Cristo que es el Todo en todo!

19. Por eso, ¡vestíos sólo de Cristo, como los elegidos de Dios, como Sus santos y Sus amados, a través de la Fe viva, a través del Amor, a través de la compasión cordial hacia vuestros hermanos, a través de amistad, amabilidad, humildad, mansedumbre y toda paciencia!

20. En todo llevaos bien el uno con el otro, y perdonaos mutuamente de corazón lo que alguien tuviera en contra del otro, así también yo os perdonaré; y el Señor os perdonará en la medida en que vosotros os perdonáis mutuamente.

21. No os enjuiciéis mutuamente al igual que los gentiles, que tienen sus juzgados propios, sino sed conciliadores y tolerantes entre vosotros, y conciliad vuestras cosas con el corazón, así, ante el Señor, haréis mejor que si cumplieseis fidedignamente todos los preceptos de Moisés que son difíciles de acordarse y, más aún, cumplirlos; porque el Señor no tiene complacencia en los preceptos de Moisés, sino sólo en un corazón puro que ama verdaderamente a Dios y al hermano.

22. ¡Pero ante todo sujetaos al Amor, porque sólo Éste vale ante el Señor y es el único medio real para toda realización y toda perfección!

23. ¡Que en el amor y a través del amor reine la verdadera y perfecta Paz de Dios en vuestros corazones —una Paz a la que todos vosotros sois llamados en un cuerpo en Cristo el Señor; y si agradecéis a Él, entonces agradecédselo todo el tiempo y por la eternidad en el espíritu y en la Verdad,

24. pero no en un templo muerto que no vale nada ante Dios, el Señor y Dador de la Vida que es el único que mira en el corazón y su respectiva paz!

25. ¡Dejad que la Palabra viva de Cristo habite entre vosotros en abundancia, en todo Amor y en toda Sabiduría verdadera y perfecta que surge del Amor! ¡Enseñándoos, amonestándoos y edificándoos los unos a los otros con todo tipo de cosas y observaciones espirituales y maravillosas,

26. con salmos de Amor y otros cantos de alabanzas y canciones espirituales amorosas; pero cantad con el corazón y no hagáis bullicio vacío con la boca, así vosotros seréis más agradables al Señor que el bullicio vano de los fariseos, judíos y gentiles, que dan mucha labor a sus labios con el interés en el oro, mientras que en sus corazones están más fríos que el hielo!

27. ¡Pero todo lo que hagáis —ya sea de palabra o de obra—, hacedlo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, y agradecedle por todo a Dios, el Padre a través de Él; porque Él es el mediador entre Dios y nosotros, pues en su Corazón vive la plenitud del Padre!

28. Pero también vosotras, mujeres de Laodicea, escuchad: Así lo quiere el Señor, nuestro Dios de eternidad, que estéis verdaderamente sujetas a vuestros hombres en Cristo, el Señor; porque en el hombre vosotras tenéis la cabeza de Cristo.

29. Pero vosotros, hombres, amad a vuestras mujeres con justa medida y no seáis duros con ellas; pero no exageréis con el amor hacia vuestras mujeres hasta el punto de olvidar al Señor, porque el amor al Señor tiene que ser célibe, es decir, como si no tuvierais mujer.

30. Y vosotros, hijos, sed obedientes verdaderamente ante vuestros padres en todas las cosas que no están contra Cristo; porque ésta es Su Voluntad y Le es agradable.

31. Pero vosotros, padres, no hagáis amargos los ánimos de vuestros hijos a través de palabras duras y maltratos, para que ellos no se vuelvan tímidos ante vosotros y se conviertan en serviles cobardes e hipócritas; porque a través del amor podéis convertir en tierno a un rebelde manifiesto, ¡pero un hipócrita y adulador es incorregible!

32. También os digo a vosotros esclavos y siervos de vuestro señor: Sed obedientes a ellos en todas las cosas que no están en contra de Cristo —pero no con un servicio que simplemente agrada la vista para cortejar a vuestros señores, sino en la verdadera sencillez de vuestros corazones y en creciente temor a Dios.

33. Pero, todo lo que vosotros realizáis, realizadlo así como si sirvierais a Cristo el Señor en toda fidelidad de vuestros corazones —pero no como si sirvierais a hombres. Y vendrá el día en el que también vosotros recibiréis de Él la recompensa de la Gloria.

34. Pero quien de vosotros hace injusticia contra su señorío, de igual manera lo está haciendo contra el Señor; porque el Señor no mira si alguien es señor o esclavo, sino sólo a la obra y la causa por la cual se ejecuta la obra.

35. Por eso, a quien hace injusticia, un día venidero el Señor también le dará el pago merecido. Vosotros podéis engañar a los hombres, pero el Señor no se deja engañar, porque ante Él siempre están abiertos vuestros corazones.

36. A vosotros, señores que sois los empleadores, os digo que tengáis en cuenta que vuestros esclavos y servidores también son vuestros hermanos ante el Señor. Por eso atendedlos siempre como es justo ante el Señor! ¡Dadles el salario que les corresponde a la hora justa, y eso con amor en Cristo, y sed conscientes de que todos tenemos a un Señor en el Cielo: a Cristo, el Dios Santo por la eternidad!

37. ¡No dejéis de dedicaros a la oración, y expresad vuestro agradecimiento sin cesar —pero no con los labios, sino en el espíritu y en la Verdad con la sencillez de vuestros corazones y en la devoción verdadera en el amor hacia Cristo el Señor!

38. Al mismo tiempo orad también por mí, para que el Señor siempre quiera abrirme sus puertas hacia la Palabra viva y pueda siempre hablar ante vosotros y todos los hermanos en Cristo sobre Su gran Secreto y sobre Su Reino; porque también estoy todavía atado al mundo y soy un hombre muy corriente que sólo puede profetizar cuando el Señor abre la puerta de su Gracia.

39. ¡Que vuestro comportamiento ante cualquiera sea sencillo y sabio, también ante aquellos que no pertenecen a nuestra comunidad, como ante los judíos y gentiles! ¡No debéis juzgar a nadie —ya sea un escita (skythe), un gentil, un judío, un griego o no-griego—, sino comportaos sabiamente según el momento y la situación!

40. Que vuestras palabras, habladas a cualquiera, estén siempre sazonadas con amor y llenas de sal de la verdadera Sabiduría proveniente de Dios. De esta Sabiduría debéis sacar lo que vais a hablar con cualquiera, para que éste se entere de la gran diferencia que hay entre la Sabiduría divina y la sabiduría de los sabios del mundo.

41. ¡Y ahora yo, Pablo, pienso que no he omitido nada, para que quede muy claro lo qué está entre vosotros y que es una mala hierba venenosa; sí, es un árbol venenoso altamente dañino cuya transpiración ahoga toda vida; y, con esto, ya no tengo nada más en contra de vosotros!

42. Por eso, queridos hermanos, que siempre haya una ceremonia verdadera entre vosotros, una en la que vosotros, en el espíritu y la Verdad, deis la honra a Dios —que es el Padre en el Hijo—, honra que consiste en amar constantemente a Dios y por sobre todas las cosas, al Dios que mora en su Hijo Quien, por Amor, murió por todos nosotros en la cruz, para devolvernos la filiación divina que nuestros padres, desde Adán, habían perdido.

43. Y yo os pido, por el amor de Dios, que traigáis, a la Iglesia de Dios viva, frutos dignos de una conversión completa y abandonando vuestro paganismo nuevo; la Iglesia de Dios que habita dentro de vosotros, pero no en templos, ni en vestimentas o cualquier ceremonia.

44. ¡El Amor de Dios y la Gracia de nuestro Señor Jesucristo estén siempre con vosotros por la eternidad!

45. En lo que se refiere a mi situación en Roma, sobre esto ya os informará el fiel hermano Tíquico al que os envío a vosotros y a los Colosenses que, igual que vosotros, están queriendo dejarse engañar por Satanás.

46. Saludad de mi parte a todos los queridos hermanos, a Ninfas y a la comunidad fiel a su casa; porque yo le doy el testimonio que él es justo y que, como yo, siempre ora a Dios por vosotros.

47. Saludad también a los Colosenses cuando vayáis donde ellos; porque hay algunos entre ellos a los que vosotros conocéis y que siempre son justos y fieles en la fe y en el amor a Dios.

48. ¡Y cuando los colosenses hayan leído su carta, entonces también leedla vosotros — así como os ruego por Dios que también esta carta la deis a leer a los colosenses!

49. ¡Porque a ellos esta carta les hace tanta falta como a vosotros! Pero finalmente os advierto aquí por escrito —como Tíquico os manifestará verbalmente— que esta carta debe ser leída en todas las comunidades como en la de los colosenses.

50. Mi saludo con mi propia mano: ¡Recordad mi amor! ¡La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros!

51. Escrita en Roma a través de Tíquico y su compañero Onésimo, que ambos han sido enviados hacia vosotros y enviados hacia los colosenses.

— Fin de la carta —

Información

Carta a Laodicea — Epístola de San Pablo a la comunidad en Laodicea
Título original: Paulus' Brief an die Gemeinde in Laodizea
Traducción de la primera edición de 1851
Traducción del alemán: Luis Martínez Costa
Audiolibro © by LMC — Edición: 17.03.2020

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